las diferencias entre las visitas de Sánchez y Rajoy a la Casa Blanca

Dos citas oficiales con un denominador común: la celeridad. El arranque de la campaña electoral es el posible argumento que justifica la visita exprés de Sánchez a Washington al igual que el 1-O, fecha elegida por los independentistas catalanes para su referéndum ilegal, fue el de Rajoy. Sánchez ha pasado apenas 48 horas en suelo estadounidense. El presidente del Gobierno salió de España el jueves para reunirse con el líder estadounidense ayer y volver a Madrid, ya que este sábado a las 11.30h asiste a un acto de campaña en Sevilla.

Recién aterrizado en la base aérea de Andrews, en el estado de Maryland -al igual que hizo Rajoy-, Sánchez se dirigió hasta la Embajada española en Washington para entregarle la Gran Cruz del Isabel La Católica a la expresidenta de la Cámara de los Representantes de EE.UU., la veterana demócrata Nancy Pelosi. Desde allí, partió a La Casa Blanca para charlar con Biden sobre la guerra de Ucrania, la presidencia rotatoria de España en la UE y el fenómeno migratorio.

Muy distintos fueron los temas de conversación entre Rajoy y Trump seis años atrás, cuando la agenda internacional estaba marcada por la crisis venezolana, la escalada militar en Corea del Norte y la batalla contra el terrorismo del DAESH.

Menú con guiños españoles

Sánchez se llevó la foto, pero no la rueda de prensa con el presidente de los EE.UU. Tampoco la comida. Sí lo hizo Rajoy en el 26 de septiembre de 2017. El republicano celebró un almuerzo al término de su reunión con el popular en el que participaron ambas delegaciones, la española y la estadounidense. El expresidente comió acompañado de los entonces ministro de Asuntos Exteriores, Alfonso Dastis, y embajador español en Washington, Pedro Morenés. Fueron agasajados con un menú con guiños españoles. A Sánchez también le ha acompañado su ministro de Exteriores, quien se reunió el miércoles con su homólogo estadounidense, Antony Blinken, para establecer la hoja de ruta del encuentro.

Una vez finalizado ese almuerzo, Trump y Rajoy salieron a Rose Garden, los jardines de La Casa Blanca, para ofrecer una rueda de prensa conjunta y responder a las preguntas de los medios de comunicación. Sánchez no ha corrido la misma suerte, ya que apenas compareció unos minutos ante las cámaras, respondió a dos escuetas cuestiones -sobre la aceituna negra española y la inclusión de etarras con delitos de sangre en las listas electorales de Bildu- y además, lo hizo en solitario. Un hecho que choca con la buena sintonía de la que presumió tener con Biden, sobre la cual también incidió Albarés tan sólo 24 horas antes: España y EE.UU. gozan de «la relación más estrecha en 20 años».

Al término de su jornada, Rajoy pudo disfrutar de la comodidad de Blair House, la residencia oficial de invitados de los presidentes de Estados Unidos, donde suelen alojarse todos los jefes de Estado y de Gobierno que les visitan. Salvo Sánchez. Por lo visto, según informó ayer Europa Press, el actual jefe del Ejecutivo español se alojó en un hotel a un par de calles de distancia de La Casa Blanca.

El de ayer fue, sin duda, un intento por parte del presidente Sánchez de resarcir el fiasco de entrevista que mantuvo con Biden en junio de 2021: una breve conversación con Biden mientras, sobre la convocatoria de una cumbre de la Alianza Atlántica en Madrid en el verano de 2022, mientras caminaban por los pasillos de la sede de la OTAN en Bruselas en la que el mandatario estadounidense ni siquiera le dirigió la mirada al español. Similar fue el encuentro al inicio de la cumbre del G20 en otoño de ese mismo año, el cual duró medio minuto.