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Sin embargo, la breve estancia en Washington del jefe del Ejecutivo, reivindicada por la Moncloa como una ocasión para consolidar el momento «extraordinario» que –dicen- viven las relaciones entre Estados Unidos y España y para preparar la próxima presidencia rotatoria de la UE a partir del 1 de julio, también estuvo condicionada por los propios problemas internos de su anfitrión.
Cuando Sánchez se levantó este viernes en su habitación del Hotel Saint Regis -porque a diferencia de otros mandatarios internacionales que recientemente han visitado a Biden, e incluso de sus antecesores españoles en ocasiones previas, él no pudo alojarse en la Blair House, la residencia de invitados del presidente estadounidense frente a la Casa Blanca-, todos los informativos locales hablaban de una cuestión de alto voltaje para la política norteamericana, la inmigración.
Fue el primer día en el que ya no era de aplicación el Título 42 que sirvió a Donald Trump para hacer devoluciones en caliente con la excusa de la pandemia. En su lugar entró en vigor el Título 8, que obliga a atender las peticiones de asilo, aunque las exigencias han sido endurecidas por la Administración Biden, que también ha desplegado 1.500 soldados en la frontera sur.
«Nuestras necesidades»
El Gobierno estadounidense estima que los intentos de entrada en el país pueden aumentar de 10.000 a 13.000 por día frente a los 5.000 a 8.000 actuales y, a fin de prepararse para ello, anunció recientemente que abriría ‘centros de procesamiento’ de inmigración en América Latina para brindarles vías legales de acceso a EE UU. Y España, como Canadá -gobernada por el liberal Justin Trudeau, con quien Sánchez siempre se ha identificado-, se han ofrecido a echarle una mano.
Durante las semanas previas a su encuentro en el Despacho Oval, los equipos de Biden y Sánchez -y en concreto los departamentos de José Luis Escrivá y del secretario de Seguridad Nacional, Alejandro Mayorkas- ya habían alcanzado un acuerdo para que desde los centros que se ubicarán inicialmente en Guatemala y Colombia se deriven personas hacia nuestro país. La cantidad no está predeterminada, pero fuentes de la Moncloa apuntan a cifras contenidas.
La idea es, por un lado, «escalar» los programas de migración circular que España ya ha puesto en marcha en Honduras, Guatemala, República Dominicana y El Salvador y que han permitido a entre 2.000 y 3.000 inmigrantes ser contratados para campañas tras las que luego regresan a su país; y, por otro utilizar los mecanismos de reasentamiento en colaboración con entidades como el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) o la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), pero siempre, subrayó el propio Sánchez, «en función de nuestras necesidades laborales».
Biden se mostró ya muy elogioso con esa iniciativa que, durante su saludo inicial al jefe del Ejecutivo, ante las cámaras, celebró con entusiasmo. «Estás haciendo tremendo trabajo», le dijo en tono coloquial, antes de un encuentro distendido de unos 45 minutos en solitario y unos pocos más con sus reducidos equipos. También le agradeció su «compromiso» con Ucrania, un asunto en el que ambos exhibieron una enorme sintonía, y el acuerdo, terminado de sellar este mismo lunes, para que EE UU pueda sumar dos destructores a los cuatro que ya forman tiene en la base de Rota como parte del escudo de la OTAN, rechazado por Podemos.
Si se trata de las formas, las cosas salieron bien para un presidente que cultiva con mimo su figura de actor internacional. Sánchez hizo gala de su afinidad ideológica con el líder de la primera potencia mundial y destacó su coincidencia en asuntos como la lucha contra el cambio climático, la igualdad o los derechos LGTBI. «El mundo necesita un líder de EEUU dispuesto a dar las batallas justas, como tú. Puedes contar con España para seguir haciéndolo», le dijo a Biden. «Cuento con ello», le replicó este. Sobre los asuntos bilaterales más conflictivos entre ambos países, como los aranceles a la aceituna negra o la retirada de la tierra contaminada por plutonio en Palomares, hubo poco más que buenas palabras.
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